Yolanda en Miami

Después de pasearme por toda la sintonía del televisor, me detuve en el programa de María Laria (Canal 41, 3 a 4 PM). Allí estaban “homenajeando” al amor en lo que parece ser su día fundacional, siguiendo la bendita cultura comercial de ponerle una fecha a los sentimientos para vender flores y chocolates.
Una radiante René Barrios, un simpático Rey Casas, un anecdótico Eloy Cerero y un bolerísimo Carlos Manuel, filosofaban sobre las mil y una razones por las que el amor es lo mejor que se ha inventado.
A eso de las 3 y 20 de la tarde volvía del baño a recostarme en mi poltrona cuando escucho a un joven cubano llegado recientemente a estas tierras cantando con toda su voz el tema “Yolanda”, de Pablo Milanes. Por la ventana se oían los gritos de mi vecina “Fefa” que indignada le gritaba, a quien después supe era la recepcionista de la emisora, que era vergonzoso “que pusieran a ese chico en la televisión”.
Fefa quizás hubiera visto con alegría que la refinada conductora le dijera: “No mi’ jito, eso no lo puedes cantar. Busca otra”. El muchacho aún no lleva un mes en esta ciudad. Y para él, esa canción es como para cualquiera de nosotros “New York, New York”.
Visiblemente sorprendida y con un gesto de estar pensando mil cosas a la vez, Maria Laria le preguntó: “¿Sabes que Pablo Milanés es un artista muy controversial en Miami?” El muchacho bajó tímidamente la mirada y fue lo último que hizo en el resto del show.
Actitudes como la de Fefa parecen confirmar una vez más la cierta confrontación existente entre algunos representantes de las diferentes oleadas de exiliados cubanos en Miami, incluyendo los que en este febrero del 2008 continúan llegando casi a diario.
Esta ciudad y este exilio cubano han demostrado que aquí hay un lugar para todos, incluso a veces por encima de su voluntad cuando se trata de algunos de los que en un momento determinado, y bajo diferentes circunstancias, estuvieron en el bando del enemigo. Sin embargo, los hechos de la realidad muestran que ese espacio deben ganárselo a los codazos y no necesariamente los que por años combatieron a este exilio y hoy se pasean libremente por las calles de Miami.
Quizás ese muchacho jamás se le ocurrirá volver a cantar “Yolanda” por la televisión local. Pero lo que no debe perderse es el deseo de festejar el día de los enamorados o cualquier otro día que nos recuerde que estamos en un lugar elegido para disfrutar de la vida y de la libertad.

El Mens@jero