febrero 18, 2008
Tercera edad
Acostumbrado desde chiquito a no pagar cuentas, Fidel Castro escribe despreocupadamente sus riflexiones y hasta juega a los escondidos: «En la próxima abordaré un tema de interés para muchos compatriotas, pero no lo adelantaré». Entretanto sus viejos enemigos tienen que ir tirando: Luis Posada Carriles vende sus cuadros; Gustavo Villoldo, mechones de la melena del Che; Bernardo Viera Trejo, un mapa a mano alzada firmado por el propio Castro, que habíamos visto en Cuba Independiente.
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7 comentarios:
Los periodistas de The Miami Herald madrugan a la espera del anuncio de Castro jajajaja
Cuando se muera ya veras a los enfermeros del CIMEQ vendiendo los monos Adidas con peste a mierda y todo.
Que tierno luce en esa foto, con su pijamita celeste y el tinte de pelo "Loreal" que le envia Aruca.
LOL!
Eufrates del Valle
Bueno, es cierto, algunos le están dando mucha inmportancia al asunto de "el anuncio" del vitalicio. No creo que sea nada del otro mundo, por lo menos nada que lo perjudique a él o en verdad beneficie a los cubanos. Rui Ferreira asegura en su blog que "se va". Pero no dice pa donde. No creo que salga de su casa ni que se vaya a Galicia. Entonces no se va. Hará una nueva movida en su tablero de ajedrez y se sentará a ver las reacciones. Aunque todavía no, el entierro que le hacen.
Este mapa del asalto al cuartel Moncada está correctamente detallado. Sin embargo, Fidel Castro ha dibujado un rectángulo dentro del cuartel, similar a los otros rectángulos en el camino que representan carros. El rectángulo del interior tiene una flecha lateral apuntando hacia el cuartel. Esto demuestra la primera falsificación de los hechos fabricada por Fidel Castro. Ninguno de los carros de los asaltantes pudieron entrar en el cuartel, ya que lo prohibió la cadena que cerraba la posta 3 además de la ametralladora calibre 30 en el interior del cuartel.
Fidel no descansa. Sigue firme en la brecha. No abandonó ni abandonará la lucha. Guerrero de tantos combates, continúa acosando sin cesar al imperialismo. Su voluntad es indomable y como ocurre con los buenos aceros, el paso de los años, lejos de mellarla, la ha templado aún más. Sabe que para construir un mundo mejor hay que triunfar en la batalla decisiva: la batalla de ideas. Como fiel heredero del pensamiento de Martí, de quien no por casualidad dijera que fue el autor intelectual del asalto al Moncada, sabe también que es preciso ser cultos para ser libres. Pero esa cultura para la libertad debe nutrirse de la mejor tradición del pensamiento crítico y emancipatorio, del cual el socialismo es un componente indispensable e irreemplazable.
Su prolongada convalecencia, que le ha permitido recuperar su salud de forma notable, y su alejamiento de las funciones de gobierno le hacen posible cultivar su insaciable curiosidad intelectual. Pero no es una actitud solipsista, pues está siempre guiada por la necesidad de transformar al mundo y no sólo de contemplarlo. Pocos como él son tan conscientes del desenlace catastrófico al que nos empuja el capitalismo, que convierte al género humano y a la naturaleza en simples mercancías que se transan en el mercado con el excluyente propósito de obtener un beneficio. Una curiosidad intelectual, decíamos, en donde su sólida formación intelectual se ha visto enriquecida por una excepcional experiencia política, que se vuelca en los periódicos artículos en los que analiza los principales aspectos de la escena contemporánea.
Fidel no descansa. Sigue firme en la brecha. No abandonó ni abandonará la lucha. Guerrero de tantos combates, continúa acosando sin cesar al imperialismo. Su voluntad es indomable y como ocurre con los buenos aceros, el paso de los años, lejos de mellarla, la ha templado aún más. Sabe que para construir un mundo mejor hay que triunfar en la batalla decisiva: la batalla de ideas. Como fiel heredero del pensamiento de Martí, de quien no por casualidad dijera que fue el autor intelectual del asalto al Moncada, sabe también que es preciso ser cultos para ser libres. Pero esa cultura para la libertad debe nutrirse de la mejor tradición del pensamiento crítico y emancipatorio, del cual el socialismo es un componente indispensable e irreemplazable.
Su prolongada convalecencia, que le ha permitido recuperar su salud de forma notable, y su alejamiento de las funciones de gobierno le hacen posible cultivar su insaciable curiosidad intelectual. Pero no es una actitud solipsista, pues está siempre guiada por la necesidad de transformar al mundo y no sólo de contemplarlo. Pocos como él son tan conscientes del desenlace catastrófico al que nos empuja el capitalismo, que convierte al género humano y a la naturaleza en simples mercancías que se transan en el mercado con el excluyente propósito de obtener un beneficio. Una curiosidad intelectual, decíamos, en donde su sólida formación intelectual se ha visto enriquecida por una excepcional experiencia política, que se vuelca en los periódicos artículos en los que analiza los principales aspectos de la escena contemporánea.
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