abril 05, 2008

La maruga de la historia

Rafael Rojas se apareció ahora con que «la importancia de una revolución podría medirse por la calidad de sus historiadores». Por eso las revoluciones americana, francesa, rusa y hasta mexicana sobrepujan a la revolución cubana en importancia. No cuenta lo acaecido en este mundo desde 1959 por causa de Castro y su revolución; para Rojas, el indicador de importancia son buenos libros al respecto. Ahí está la revolución mexicana, por ejemplo, que es muy importante gracias a sendas biografías estupendas de Emiliano Zapata y Pancho Villa, junto a las excelentes monografías políticas de Francois Xavier Guerra y Allan Knight. No importa que solo el sub-comediante Marcos se agarre hoy de la revolución mexicana, mientras que la revolución cubana sirve de asidero a Hugo Chávez y Tirofijo, Evo Morales y Daniel Ortega, para no hablar del producto marginal de exportación Che Guevara. Lo que importa es un buen libro para ser importante y a la revolución de Castro le falta ese libro. Sin embargo, Rojas asevera que «la revolución rusa se ha convertido, en los últimos años, en una las grandes aficiones de la mejor historiografía occidental». Es decir: aquella revolución se tornó importante después que se vino abajo y los historiadores de Occidente se aficionaron a buscar entre los escombros. Algo parecido puede suceder con la revolución cubana, que así cobraría importancia en el librero.

109 comentarios:

Anónimo dijo...

Rojas sigue aferrado a que las cosas pasan en los libros. Su artículo en el Herald es inconsistente, como selectiva su valoración de los libros sobre Cuba

Isis dijo...

La "importancia" de una revolución no se mide librescamente ni por la calidad de sus historiadores, pues este punto de vista conduce al conocimiento relativista que niega a la razón, y nos quedamos así sin armas para enfrentar lo que hay de nefasto y destructivo en casi todas ellas (aclaro aquí que conozco muy muy poco de esa Revolución mexicana), con la excepción de la americana, que insisten en llamar "revolución": lo concedo, no obstante, y si es así, ha sido entonces la única "revolución" positiva.

Garrincha dijo...

bueno, pues yo digo que las revoluciones deben medirse por sus caricaturis...
oh, shit... olvídenlo...
no dije nada.

Los Miquis de Miami dijo...

se debería hacer un libro sobre la "revolución del desastre", que es la única revolució que verdaderamente ha funcionado en cuba. ahí podríamos incluir también a algunos caricaturis...ah, perdón, garri, sabes que no es contigo la cosa.

Ernesto G. dijo...

Miquis, es que no entendieron a Rojas. Se esta proponiendo como el gran historiador de la revolucion cubana despues de que se venga abajo.

Ernesto G. dijo...

Entre los caricaturistas desastrosos se pudiera incluir ese que tienen en el Herald ahora, "Como lo ve Pontet". Yo no se como lo ve Pontet, pero yo lo veo mal.

Se extraña a Varela.

Anónimo dijo...

Me parece que ese es el sentido del artículo de Rojas. Fíjense que pasó de largo ante Moreno Fraginals, a quien le jineteó los casetes de audio suficientes para hacer su tesis (con la ayuda de Gustavo Pita). Sentada la tesis (que como dijo Isis es totalmente falsa) de que la importancia de la revolución puede medirse por sus buenos historiadores, la revolución de Castro se hará importante gracias al libro de historia que Rojas escribirá

Anónimo dijo...

Pésimo artículo de Rafael Rojas. Sobre la Revolución Cubana se han escrito importantes biografías (de Castro y Guevara) y también otros libros, como el de Hugh Thomas que, a pesar de algunos errores, es la mejor historia de la Revolución. El otro historiador importante es Louis Perez Jr., pues el libro de Marifeli Perez-Stable es bastante malo.

Anónimo dijo...

Popota, creo que estás en talla. La mención de Marifea da una idea de las preferencias de Rojas: cocinar en la propia salsa de los que viven del cuento. En esa va también Carmelo Voz de Pito. Es increíble que Rojas mencione a varios académicos yumas y pase por alto a Moreno Fraginals, como señala Ulises. En fin, que el artículo está de truco.

Anónimo dijo...

Me parece que los miquis, unos desconocidos, quieren enmendarle la plana a uno de los mejores ensayistas cubanos de todos los tiempos. La envidia devora el alma

Anónimo dijo...

Por una cuestión de orden: estos miquis se han ceñido al artículo, que no puede ser peor. Isis desveló ya la falla de Rojas. Aquí no hay envidia. Si acaso fatiga de tener que tragarse guayabas rojas

Anónimo dijo...

Yo soy el mejor economista que ha producido Cuba. Dejen de joderme con eso de Voz de Pito, que no tiene arreglo.

Anónimo dijo...

Bueno, la no mención de Moreno se justifica porque habla no de historiografía escrita desde o en la Revolución, sino acerca de ella. Y El ingenio no pasa del siglo XIX. Pero la cuestión es que esto no vale como medidor de la importancia de una revolución; no parece que la Revolución Mexicana sea menos importante, pues aunque fue crucial para un imaginario del cual la cubana se sirvió luego, es un hecho que influyó menos, y también vende menos. Es Guevara, y no Zapata, el que está en las camisetas.

Anónimo dijo...

Realmente el nivel del debate y de algunos participantes es deplorable. Como todo artículo que tenga ideas y retos, eso es lo quec debe ser un artículo: UN ENSAYO, Rojas ha lanzado una propuesta. Deben combatirle con ideas, o de lo contrario estamos haciendo lo mismo de Cuba. Atacando el envase, no el contenido. Lamento que la blogosfera cubana termine exhibiendo los mismos vicios, las mismas trampas, las mismas frustraciones y el mismo sentido de la envidia española que exhibimos con lamentable impetu en nuestra condicon nacional. Muy mal por los Miquis en sus fijaciones personalistas, que estimulan lo peor de quienes medran en una cultura del no hacer, pero si fustigar. Por ese camino llegamos a Perez Roura y a Machado Ventura, que es casi una misma estampa, con una cara roja y otra azul, del miserabilismo nacional.

Anónimo dijo...

Tremenda pila'e'imbeciles en este blog. Parece que leen a nivel de 4to grado.

Rojas escribe que las revoluciones "se podrian medir por la calidad de sus historiadores". Esta usando una metafora (mas exactamente, un tropo) muy comun para introducir su tema, y no es en lo absoluto lo mismo que afirmar que las revoluciones de hecho se miden de esa manera. Esto ultimo seria un absurdo, pero eso no impide que el Miqui proceda bajo la suposicion que tal absurdo es precisamente lo que afirma Rojas.

El sentido de Rojas es perfectamente claro y evidente para todo lector que posea medio dedo de frente, entre los cuales parece no se encuentran los que postean y comentan aqui. Y Rojas desarrolla su tema con perfecta logica, aunque no se trate exactamente de una tematica de prima importancia para la humanidad.

En fin, posteo y comentarios perfectamente tipicos de un blogunculo de la calidad de este.

Anónimo dijo...

Lamentablemente, lo que mas se pone en evidencia leyendo estos blogs cubanos de la internet es exactamente eso que la poderosa nombra de tan apta manera:

el miserabilismo nacional.

Anónimo dijo...

Se notan que los mikis y muchos de los comentaristas poco o nada conocen la obra de Rafael Rojas, que aunque les duela, es el mejor ensayista cubano.

Ademas de que demuestran que no saben leer, como demuestra el anonimo de la 1:12, es evidente que a los mikis les encanta la manipulación, pues esto mismo han hecho con lo dicho en un solo articulo de Rafael.

Que Rafael quiere ser el gran historiador de la revolución? que lo sea, acaso tenemos otro de semejante nivel intelectual? Hagan sus propuestas.

Anónimo dijo...

socotroco dijo:

el problema mayor no es que vivan aún los tiranosaurios, no sr., el problema es que la revolución duró hasta que dijeron: esto es comunismo pa'lante y pa'lante y al q no le guste que tome purgante.

hasta ahí las clases...de allá para acá, la contrarrevolución en el poder se ha ido nutriendo de lo mejorcito de cada tiranozuelo precedente, y el maestro fue José Stalin.

Anónimo dijo...

Ay, la envidia, la envidia!!!! Rafael Rojas es el intelectual cubano más importante de las dos últimas décadas. Y bueno, hay muchos a quienes eso les duele, incluidos uno o dos miquis.
Encima de eso, es muy buena persona. Demasiadas virtudes....

Anónimo dijo...

Me parece que la tesis que se combate es justamente que la importancia de una revolución NO puede medirse por la calidad de sus historiadores, sino por su repercusión real, y se ponen al desnudo dos inconsistencias de Rojas en su artículo: que la revolución mexicana ha sido más importante que la cubana, y que si la revolución rusa atrajo ahora a los historiadores occidentales igual debe pasar con la cubana cuando esté en igual circunstancia. Y les advierto: se verán horrores.

Anónimo dijo...

El amigo Rojas debería ocuparse de su hija abandonada en Miami Beach y recordar que está en constante violación de las leyes norteamericanas de child support. Que recuerde que los que lo observan no son bobes. Menos mal que es ensayista, que ensaya y ensaya y no llegará nunca a la función.
malacó ploja

Anónimo dijo...

Para L'Riverend: vuelva a leer, señor, acérquese un poquito a la inteligencia del historiador de quien toma el nombre. Rojas no dice que la revolución rusa despierte "ahora" el interés de la historiografía occidental, sino que siempre, desde la época de la Segunda Guerra Mundial, ha habido buenas historias de la revolución rusa y que esa tradición continúa hoy. Lo que está diciendo Rojas es, precisamente, lo contrario de lo que Ud interpreta: que no importa la mayor o menor antigüedad de una revolución para que se produzca una buena historiografía. En ningún momento dice que hay que esperar una buena historia de la revolución cubana cuando ésta se haga vieja. Más bien, parece decir que no habrá nunca tal historia.

Como en todos los artículos de Rojas comentados en este blog, los miquis prefieren la fácil descalificación, y algunos comentaristas, la calumnia, antes que el debate serio. Si ustedes creen que la revolución cubana es más importante que lo que Rojas argumente -"porque el Che aparece en las camisetas"- desarrollen intelectualmente la idea.

Unknown dijo...

Si alquien es considerado por algunos como el mejor ensayista cubano, el empleo de la frase "La importancia de una revolución podría medirse por la calidad de sus historiadores" es desafortunada. Si el sentido de su empleo es como hipotesis de investigacion entonces debiera aclararlo, pues los ensayos no son los lugares mas propicios para emplear metaforas de trans-confusion conceptual.
Cuando Rojas se pregunta "¿por qué la historiografía de la revolución cubana no puede pararse al lado de ninguna de las tradiciones intelectuales antes reseñadas? Las respuestas más escuchadas (porque es una 'revolución reciente', porque 'aún no ha concluido', porque sus principales líderes 'todavía viven y gobiernan', porque la historia es 'rehén de la ideología y la política', porque los archivos 'están en manos de un Estado totalitario') son insuficientes".
Y efectivamente todos esos son elementos que explican que la "Gran Historia de la Revolucion Cubana" [debiera añadirse tambien Socialista en la hipotesis de Rojas o Sucia-lista?] a la cual Rojas hecha de menos y coincido con el en que son insuficientes.
Pero Rojas menciona solo un grupo reducido de "Revoluciones", hay muchisimas otras "revoluciones" en minusculas que tampoco tienen su Gran Libro como pide Rojas; y entonces resulta que la definicion de un proceso historico como "Revolucion" va a depender de la metodologia empleada en su analisis y/o de los sujetos que la ejecutaron o la conceptualizaron.
Si nos detenemos en "lo comun y esencial" a las Revoluciones que el cita, encontramos que todas comulgan en un "positivismo historico" entendido en terminos de progreso social. De ahi la inevitabilidad de plantearse la cuestion de si la "Revolucion Cubana" cualifica en esta categoria o es simplemente un accidente voluntarioso de la historia asaltada por un grupo de mafiosos intrascendentes.
Por otra parte, para escribir el Gran Libro se requiere el Gran Historiador y con perdon de todos los presentes e importantes y, previo reconocer mi desconocimiento sobre los curriculum vitae de lo candidatos a grandes escribientes, el castrismo se ha ocupado concienzudamente de podar y conformar desde su nacimiento cualquier talento historico mesianico. El Gran Libro no es posible si el objeto de estudio no ES UN GRAN OBJETO DE ESTUDIO EN EL SENTIDO POSITIVISTA DE LA HISTORIA y requiere de una acumulacion de masa critica de documentacion, analisis, reflexiones, discusiones,... y un largo etcetera.
A veces nos vamos haciendo viejos y vamos perdiendo contacto con las realidades inmediatas. En mi epoca y en la de mis hijos, los "filtros" estudian "ciencias" y algunas ingenierias; los demas van a estudiar "letras". Excepcion de medicina que era una tarea priorizada. Excepciones?? por suerte siempre las ha habido

Anónimo dijo...

se puede discrepar de Rojas, claro que si. seria bueno que algun que otro Miqui escriba un libro. cuántos libros o ensayos han escritos los miquis? rafael rojas es un pedante y los miquis unos criticones sin obras. cual de los dos peor

Anónimo dijo...

Anónimo de las 12:27. No sé si te habrás dado cuenta de que, en el caso de la revolución rusa, Rojas SOLO ejemplifica con quienes, EN LOS ÚLTIMOS AÑOS, se aficionaron. Es por eso que se torna autocontradictorio, porque si quiere demostrar su tesis de que la importancia PUEDE medirse por la calidad de los historiadores, entonces la rusa tenía (e igual la mexicana) no pueden ejemplificarse con historiografía POSTERIORES al derrumbe de la revolución, que fue lo que permitió a Occidente aficionarse a la revolución rusa. Y la alusión a la camiseta del Che es certera en el sentido que la revolución mexicana, tan importante para Rojas, palidece ante la revolución "cubana" en el plano de repercusión internacional. Creo que por muy bueno que sea Rojas, lo pillaron

Anónimo dijo...

Laz
escribir la historia de cuba desde el positivismo? Creo que te falta actualizarte de las corrientes contemporáneas de la historiografía. No creo que "el gran libro" de la historia de la revolución, un libro para escribirse en el futuro, pueda hacerse en base a una metodologia positivista, algo ya del pasado.

Hacer comentarios sobre la vida personal de Rafael o sacarle sus supuestos trapos al sol, solo demuestra lo poco que conocen su obra, que va mas alla de articulos en el Herald. ¿Porque los miquis que tan ilustrados se suponen, no debaten intelectualmente sobre "Motivos de Anteo", el libro mas reciente de Rafael?

Si quieren sacar a relucir la vida privada de algunos academicos, como Marifeli o Carmelo, es cosa suya, pero bien podrían completarlo con un analisis de lo que esta gente investiga.

Por cierto, para los que se sienten muy conocedores de la escritura de la historia de Cuba, acaso saben quienes son los demas historiadores que Rojas menciona? Alejandro de la Fuente, Rebecca Scott, José Piqueras?

A googlear gueyas¡¡¡¡

Anónimo dijo...

Pues yo sí creo que la importancia, o el calado histórico de una revolución puede medirse perfectamente por la magnitud -o el nivel intelectual- de su historiografía. No es el único patrón, pero sí es uno legítimo y me parece lógico que algo así interese a un historiador. (Isis está actuando de jefa del CDR, los miquis Cossío y Fernández, de envidiosos e ignorantes, y muchos más, tristones, de anti-intelectuales.

Unknown dijo...

Acabo de entender porque se forman frecuentemente las controversias insulsas que no debates, entre algunos comentaristas. Es que la gente no lee, la gente ve el primer titulo que encuentra, o la primera frase y ahi va y dispara la rafaga que tenia preparada previamente esperando la ocasion. Muchas veces la rafaga viene resentida o envenenada.

Milena: Por favor no se porque te refieres a mi; nadie hasta ahora ha hablado de escribir la historia de Cuba desde el Positivismo, aunque el que lo quiera hacer es su derecho tambien.
Lo que yo he dicho es: "Si nos detenemos en "lo comun y esencial" a las Revoluciones que el cita, encontramos que todas comulgan en un 'positivismo historico' entendido en terminos de PROGRESO SOCIAL"; NO HE HABLADO PARA NADA DEL POSITIVISMO COMO CORRIENTE DE PENSAMIENTO, SINO COMO FORMA DE MANIFESTACION DEL PROGRESO SOCIAL. ESTA CLARO AHORA???

Alquien tiene alguna duda de que por el Castrismo lleva 50 años en el power?

Anónimo dijo...

Milena, lo que se discute es la tesis de este artículo; los Miquis no tienen por qué debatir sobre Moltivos de anteo si no quieren, pero tienen todo el derecho a discrepar de uno, dos o los artículos que quiera. Quizás no han escrito libros, pero con este blog demuestran día a día lo agudos que son, y lo útil del trabajo de "vigilancia" que hacen.

Anónimo dijo...

Laz, gracias por aclararme el punto, pero estas de acuerdo que no necesitamos una historia de cuba o de la revolución cubana hecha con una metodología positivista?

Popota: tu comentario me ha dejado una duda grande, ¿como es eso de que los mikis hacen un util trabajo de "vigilancia"?
Acoso son parte del comite de vigilancia de la intelectualidad de la diáspora?

Unknown dijo...

Milena: Como la gente no lee, y tal como redactas tu comentario parece que yo he hecho comentarios sobre la vida personal de Rafael Rojas, lo cual no es mi estilo. Aqui estamos debatiendo una hipotesis de Rafael que ademas se agradece que el la plantee y que Los Miquis la traigan a colacion, pues permite el intercambio que ojala fuera solamente de opiniones.

Mas sobre el articulo de Rafael:
1] Un articulo breve en un diario de circulacion masiva no es el lugar apropiado para lanzar una hipotesis de investigacion de esa magnitud
2] Su fundamentacion de la hipotesis con algunos ejemplos de Revoluciones no es suficiente razonable para validarla, entre otras cosas porque hay decenas de otras revoluciones tan validas como las que el cita que no cumplen la condicion planteada
3] Siguiendo la logica de Rafael habria que cuestionarse si la Revolucion Cubana cualifica para ello independientemente de los deseos de unos u otros

Y te voy a pedir un favor, cuando te refieras a mi hazlo con el debido respeto con que yo trato a todos independientemente de que comulga con sus criterios o me parezcan la mayor estupidez que un cretino pueda decir.

Afectos.

Diavolo dijo...

Esa palabra, vigilancia, me hizo sospechar iguamente que detras de este posteo y los comentarios que le siguieron hay un factor ideologico que los motiva.

Rojas aparentemente toco algun punto algido que ha hecho saltar a los Miquis y sus seguidores de cierta ideologia.

Confieso que no acabo de identificar exactamente cual es la idea que Rojas ataca con su ensayo, pero que existe... existe.

Anónimo dijo...

Milena, si te fijas, "vigilancia" está entre comillas, justamente para diferenciarlo del tipo de vigilancia que hacen los CDR. Es vigilancia en el sentido de estar pendientes de lo que se publica, y cuando hay algo debatible o criticable, como en este caso, destacarlo para que los que no estamos tan al tanto podamos enterarnos un poco. Que los Miquis no crean en "autoridades" (de nuevo con comillas), es algo que nos beneficia a los lectores de su blog. Gente que no escribimos, ni estamos al tanto de quien es el señor Rafael Rojas, pero que tenemos nuestras propias opiniones y derecho a expresarlas.

Diavolo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Diavolo dijo...

De cualquier forma, se puede discrepar de la conclusion a la que llega Rojas?

Comparada con cualquiera de las cuatro grandes revoluciones modernas, incluida la de México, la cubana carece de riqueza ideológica y densidad histórica.

No creo. Quien se atreve demostrar lo contrario?

Anónimo dijo...

MIra Laz, me dirigiré a ti como hasta ahora lo he hecho, no veo porque he de hacerlo de otra forma y aqui lo dejo para evitar el ciberchancleteo y cibersolar

Afectos, Milena

Popota,sin intentar hacer un discusión semantica, diría entonces que el verbo "vigilar" no sería el apropiado y tu misma te encargas de aclararlo. Será que la palabra vigilar, dada en el contexto cubano y entre cubanos, la hemos satanizado?

Por cierto, alguien aqui ha leído algun libro de Rafael?

Anónimo dijo...

Yo no he leído ninguno, Milena. ¿me podrías recomendar alguno? quiero ponerme al día con las obras de los pensadores cubanos como Rafel Rojas, Rufo Caballero, José Antonio Ponte, etc.

Anónimo dijo...

El problema es que Rojas descarta como justificación que no se tenga acceso a los datos. La revolución cubana no puede ser contada con investigación bibliográfica de los propios corifeos del sistema y mucho menos con el análisis de la prensa ¿Se imaginan qué saldría de eso? Habría que tener acceso a muchos datos que permanecen ocultos y entrevistar a gente que ahora no habla por cuidarse el pellejo. Así que, en contra de Rojas, creo que los grandes historiadores de Occidente no se aficionan a contar la historia de la revolución cubana porque les cuesta hasta trabajo obtener una visa con tales propósitos, a no ser que de antemano se muestren propagandistas del gobierno. Y Rojas pasa por alto piezas que pudieran considerarse historiográficas de gran talla, como Los guerrilleros en el poder, de Kewitt S. Karol.

Anónimo dijo...

Cualquier persona interesada seriamente -y repito, seriamente- en los asuntos históricos de Cuba que no haya leído alguno de los muchos libros de Rafael Rojas sobre el tema debe empezar por actualizarse antes de opinar a la ligera. Con este tipo de actitudes le hacen el juego al castrismo, que tiene en Rojas a uno de sus enemigos más lúcidos, y le dan la razón a quienes en la Habana hablan de "ciberchancleteo".

Anónimo dijo...

Tucídides: Rojas no descarta que no haya acceso a los archivos, lo dice en el penúltimo párrafo de su artículo. Lo que él dice es que la revolución rusa y la mexiacana, por ejemplo, a cincuenta años de su triunfo tenían las mismas dificultades de archivo y produjeron buenas historias. Yo creo que el asunto que es que muchos supuestos "anticastristas" no están dispuestos a aceptar el argumento de que la revolución cubana no fue tan importante. Así de triste son los motivos de todas estas reacciones.

Anónimo dijo...

Anonimo, mira a mi me gusta de Rojas Tumbas sin sisoego, muchos de sus articulos en Encuentro de la Cultura Cubana (la revista no el portal; isla sin fin, que basicamente es sobre historia. Otros articulos que tiene sobre los cambios simbolicos en la isla. Sobre literatura y filosofia, el banquete canonico y otro de historia mexico-cuba, Cuba Mexicana.
En fin, googlea o dale al amazon.

Sobre Rufo Caballero, la verdad no lo reconozco como pensador. Y a Jose Antonio POnte, ni lo conozco, la verdad.
Yo he leido al novelista Antonio Jose Ponte y de historia a Jose Antonio Portuondo.

(Shalom Diavolo)

Diavolo dijo...

Yo creo que el asunto que es que muchos supuestos "anticastristas" no están dispuestos a aceptar el argumento de que la revolución cubana no fue tan importante. Así de triste son los motivos de todas estas reacciones.

Eccolo qua.

Entonces, como que se supondria todo lo contrario, la pregunta inevitable es: porque no?

Anónimo dijo...

es falso que a cincuenta años de su triunfo la revolucion mexicana y la cubana hayan tenido las mismas dificultades de archivo. la revolucion mexicana no estableció un régimen totalitarismo como el castrismo, sino uno muy distinto. no se trata de que la revolución cubana no sea tan importante, sino de que los argumentos que da Rojas no convencen. es posible que no haya sido tan importante, pero ese asunto de la historiografía no lo indica.

Anónimo dijo...

Por favor, cuando E.H. Carr escribio su historia de la revolucion dela rusa, existia el NKVD, la KGB y el Kremlin, que tambien era un regimen totalitario, contralaba obsesivamente los archivos. El regimen del PRI era, en efecto, autoritario, y Rojas ha hablado mas explicitamente que cualquiera de ustedes sobre esa diferencia, pero tambien tenia un control absoluto de los archivos. O es que Miguelito Cossío ya se olvido de Gutierrez Barrios. Los que no convencen son ustedes porque creen que su mision es replicar y ofender sin debatir argumentos. Escriban mejor, cualquiera de ustedesn dos, una respuesta y envíenla al Herald y denle derecho de contrarreplica a Rojas a ver cómo quedamos.

Anónimo dijo...

Desde luego que la revolución rusa es más importante que la cubana, pero para decir eso no hay que ser Rafel Rojas. ültimo anónimo, qué han hecho los Miquis sino debatir el asunto aquí. ¿Por qué tiene que ser en El Herald? Son los defensores de Rojas los que en su fanatismo se acercan a los castristas.

Anónimo dijo...

No veo que los Miquis hayan "debatido" nada. Mas bien su entrega original no es otra cosa que un intento (obviamente fallido) de manipular y ridiculizar del ensayo de Rojas que fue secundado con evidente gusto por varios comentaristas que vinieron atras.

Anónimo dijo...

Muy cierto lo que dice el último anónimo, que no es este anónimoo, y es lo mismo que han hecho con varios artículos de Rojas en el Herald y otros de Carlos Alberto Montaner en el mismo periódico. No todos los artículos, por supuesto, por qué no dijeron nada de "Mitades de la historia", del 15de marzo, que tiene que ver con el tema de este artículo. Seguramente, porque no pudieron manipularlo. No, migueles, no se trata de fanatismo, se trata de una observación elemental de cómo proceden ustedes en su blog. Un procedimiento infame, calumnioso, que no es atribuible a todos los blogs del exilio. Aprendan a leer y después critiquen. Les irá mejor.

Anónimo dijo...

No veo la manipulación ni la ridiculización en el post de Los miquis.

Los Miquis de Miami dijo...

Vamos a leer bien lo que Rojas escribe: «La importancia de una revolución podría medirse por la calidad de sus historiadores». Esta tesis de partida debe ser demostrada.
«Cuatro grandes revoluciones modernas, la norteamericana de 1776, la francesa de 1789, la mexicana de 1910 y la rusa de 1917 han creado verdaderas escuelas historiográficas». Aquí hay una petición de principio, porque ya son grandes cuatro revoluciones y la cubana queda fuera.
«La mayor o menor antigüedad de cada una de esas revoluciones no limita o refuerza la solidez de sus historiografías». Esto no tiene que ver con la demostración, porque no se trata de edad, sino de importancia. Es un ardid para afirmar después que la cubana tiene solo 50 años, pero la edad no importa.
Después vienen ristras de autores que pudieran ser otros. En medio del alarde de erudición indigesta emerge este argumento: «La revolución rusa se ha convertido, en los últimos años, en una las grandes aficiones de la mejor historiografía occidental». Ya aquí debemos preguntarnos por qué no lo fue antes. Rojas no aclara que desde los primeros años hubo tal afición.
Sigue la otra: «La mexicana, por su parte, ha generado algunas biografías ejemplares, como el Zapata de John Womack o el Villa de Friedrich Katz, además de las monografías políticas de Francois Xavier Guerra y Allan Knight». Ya sabíamos que era una de las cuatro importantes, y ahora se demuestra la tesis del indicador de importancia con cuatro libros.
Rojas continúa retoma ahora el ardid de que la edad no importa:
«Cincuenta años es tiempo suficiente para que emerja una escuela historiográfica y, sin embargo, la revolución cubana carece de estudios canónicos». Aquí se cuadra la caja: no hay escuela historiográfica ni estudios canónicos en 50 años de revolución cubana, ergo no es tan importantes como la mexicana.
Ahora nos dice que antes de los 50 años «había historias de la revolución bolchevique tan importantes como las de E. H Carr». Como no hay ninguna similar de la cubana, sacamos como conclusión que la rusa (y también la francesa y la americana) fueron más importantes que la revolución cubana, es decir: algo que sabíamos de antemano sin necesidad de ponderar qué calidad tenían los historiadores de cada una.
Tras otra ristra de gente importante que escribe sobre la historia de Cuba, Rojas nos asevera que «la historiografía sobre la revolución cubana sigue adoleciendo de una pobreza ramplona». Le ha dado la vuelta a la tesis como vulgar calcetín: la tesis de partida se confirma con otra que requiere demostración.
Al parecer se dispone a hacerlo: hay «estudios importantes de la experiencia revolucionaria desde la perspectiva de la economía (Carmelo Mesa Lago), las relaciones internacionales (Jorge I. Domínguez) o la sociología política (Marifeli Pérez-Stable)». Considerar importante a estos, que no hacen más que cocinarse en su propia salsa, pero al final la mención es superflua, porque «ninguno de los libros de estos autores son, propiamente, piezas del género historiográfico».
Lo que cabía discutir eran las obras de historia, pero dentro de la Isla «han sido apologéticas y panfletarias» y fuera «no carecen de interés, pero tampoco pueden ser considerados historias canónicas de la revolución». No se sabe bien quién se encarga de canonizar a las historias, pero Rojas nos saca un ejemplo de obra canónica: «Los jacobinos negros de C.L.R James sobre la revolución haitiana». Y si esta revolución la tiene, ¿fue y es más importante entonces que la cubana?
Rojas nos dice que lo más canónico que tenemos es el libro de «Hugh Thomas, a pesar de sus múltiples errores y de que la narración termine a fines de los 60». Y entonces no tiene más remedio que preguntarse: «¿por qué la historiografía de la revolución cubana no puede pararse al lado de ninguna de las tradiciones intelectuales antes reseñadas?». Ya sabemos la respuesta: porque es menos importante incluso que la revolución mexicana, pero Rojas menciona las posibles objeciones para desecharlas de un plumazo: «son insuficientes».
Resulta que la revolución cubana tuvo «impacto internacional considerable, [pero] su deriva comunista le restó originalidad e influencia». Habría que preguntarse por qué no fue entonces así mismo con la revolución rusa.
Y ahora el juicio final: «Comparada con cualquiera de las cuatro grandes revoluciones modernas, incluida la de México, la cubana carece de riqueza ideológica y densidad histórica».
Una comparación así debe ser demostrada antes de ponerse a lucubrar que la excelencia historiográfica sea indicador de una revolución. Rojas no dice cómo medir los índices de «riqueza ideológica», pero ya un comentarista precedente sacó a relucir que las biografías de Zapata y Pancho Villa distan mucho de inspirar alguna ideología, mientras que Castro y Guevara están por todas partes. Y en cuanto a la «densidad histórica», ¿cómo medirla? Tengo la impresión de que Rojas prefiere hacerlo por el número de páginas bien escritas. ¿Qué les parece si lo hacemos mejor por el número que guerras que ha suscitado?

Anónimo dijo...

Para ser bloggers, "vigilantes" de periódicos y comentaristas irónicos de artículos de opinión, ustedes son bastante rígidos e ignorantes. Parecen salidos de la Ñico López, quieren "demostraciones" de tesis, demandan "antítesis" y "síntesis". Parece que nunca han leído un buen artículo de opinión, donde de lo que se trata de es de provocar debate. Y parece también que nunca han leído un buen libro de historia. Lo que ustedes quieren es que Rojas escriba es un libro, no un artículo, y ambos demuestran su ignorancia en materia de historia y periodismo. Y no vengan ahora con la típica salida "anticastrista" de las guerras provocadas por Castro. Rojas está hablando de la revolución y no del castrismo que son cosas distintas.

Anónimo dijo...

Mi amigo anónimo: la revolución cubana es la revolución de Fidel Castro y el castrismo es su esencia. Los artículos de opinión son tienen que partir de una tesis que se demuestra en el desarrollo. Por eso los manuales periodísticos de vergüenza incluyen la teoría de la argumentación al tratar los géneros de opinión. Para concitar el debate basta gritar que alguien es hijoeputa. Y por cierto, no veo por ningún lugar las síntesis y antítesis de que hablas. Si usaron tesis creo que fue en el sentido de las reglas de la lógica humana, y no en el sentido hegeliano-marxista que pretendes inculcarle a los miquis. Y en cuanto a Rojas creo que llevas razón: que siga escribiendo libros, porque en periodismo es futete.

Anónimo dijo...

Tan "futete" es -Fray Candil usaba mejor el castellano- que cada vez que publica un artículo en el Herald ustedes se ven obligados a colgar alguna reacción superficial y manipuladora como la que ha desatado este debate. Y en cuanto a la diferencia entre revolución y castrismo, dense una vuelta por alguna biblioteca de Miami o por la librería de Salvat y lean a Draper o a Horowitz para que se enteren un poco de lo que pasó en Cuba. Por defender esa diferencia entre revolución y castrismo fueron encarcelados muchos cubanos y tantos otros se fueron al exilio. Castro se apropió de una revolución que originalmente no era comunista. Mario Llerena debe estar revolcándose en la tumba por comentarios como los de los miquis, quienes demuestran que para muchos recién llegados a Miami el anticastrismo no es más que el castrismo al revés. Les falta mucho a ustedes dos para ponerse al lado de Rojas, Montaner, Mesa Lago, Domínguez, Pérez Stable y cualquiera de los intelectuales que con tanta ligereza atacan en este blog. Con ustedes, la Jiribilla se quedó sin trabajo.

Anónimo dijo...

Anónimo,no me vengas ahora con que había una revolución buena, aquella popular que todos aplaudían, y lo que vino después no es revolución, sino castrismo. Rojas no toma en cuenta eso en su artículo, porque dice que 50 años son suficientes, es decir: toma como revolución todo el proceso, no la parte que Mario Chanes y los demás llamaron revolución. Y en toda esa lista de intelectuales que mencionas como atacados con ligereza por estos miquis, que no sé ni quiénes coño son, no hay uno solo importante. Hagamos este experimento mental: imagínate que ninguno haya existido y dime qué habría cambiado.

Iskan el Cubano dijo...

Je, je, la verdad que es muy simpático el pensamiento lineal, inside the box, dirían los gringos.

Resulta que el termómetro que Rojas usaría para medir las revoluciones son sus historiadores, pues según él las grandes revoluciones de la historia moderna han tenido brillantes cronistas. Termina su hipótesis planteando que la ínfima estatura de la Revolución cubana no ha permitido que surja un historiador de campeonato. Vaya, que no es lo suficiente alta la plataforma para que despegue un coloso.

Y aqui sólo se escucha el reclamo de que Rojas no ha propuesto un buen instrumento.

Pero si lo miramos desde el otro lado, se llega a la conclusión de que, simplemente, no hay tales colosos. Como no ha habido un escritor de calidad Nobel o un periodista de grado Pulitzer en Cuba o fuera de ella. Como no hay estaturas de García Marquez, Vargas Llosa o Saramago.

O quizás, simple y piadosamente, no hay correlación entre el talento y los regímenes políticos.

Anónimo dijo...

Es evidente que Los miquis han hecho tierra a los defensores de Rojas. Decir que a la revolución cubana su deriva comunista le restó influencia es un disparate mayúsculo: de esa deriva sale el mito de la Revolución, Guevara, et al. Y mencionar a gente tan mediocre como Jorge Domínguez y Marifeli Perez-Stable como importantes estudiosos, es una estrategia bastante burda para defender una tesis que no se sostiene. A ver, ¿por qué la cubana tiene menos densidad histórica que la Revolución mexicana?

Anónimo dijo...

Para conocer la densidad histórica de la revolución mexicana no hay que leerse ninguna de las grandes historias de la misma escritas por mexicanos, franceses o norteamericanos sino un texto muy diferente, El laberinto de la soledad, del gran poeta Octavio Paz. Los miquis no han destruido ningún argumento de Rojas porque los miquis no tienen ningún argumento, sólo tienen gestos vacíos de bloggers sin obra. Jorge Domínguez, profesor de la Universidad de Harvard y Marifeli Pérez Stable, profesora de FIU, son académicos respetados por un trabajo de varias décadas. Cuba. Order and Revolution, del primero, y La Revolución Cubana. Orígenes, Curso y Legado, de la segunda, son investigaciones serias, reconocidas en los estudios sobre América Latina en las mejores universidades del mundo. No son boberías liberales y mucho menos superficialidades de blogueros envidiosos y resentidos.

Anónimo dijo...

Caballeros, despierten que Rojas esta bien rojo en pensamiento.

Anónimo dijo...

La revolución mexicana fue más sangrienta y más espectaular que la cubana. Tuvo líderes muy diferentes entre sí: Madero, Zapata, Villa, Carranza, Orozco, Obregón. Su impacto en América Latina fue más poderoso que lo que la gente poco informada piensa. México se convirtió en los años 20 y 30 en una base de operaciones de revolucionarios latinoamericanos. Por allí pasaron el peruano Haya de la Torre, el nicaragüense Sandino, el cubano Mella y muchos otros que desde México exportaron la revolución a sus países. Esa historia es conocida, aunque algunos cubanos, acostumbrados a mirarse el ombligo, sólo piensan en las guerrillas de los 60 y en las camisetas del Che. Por cierto, siguiendo ese paralelo superficial de los miquis, que no es como lo plantea Rojas, habría que ver cuál de las dos revoluciones ha sido más representada en Hollywood.

Anónimo dijo...

serán muy respetados Jorge Dominguez y Marifeli Perez-Stable, pero son par de mediocres.

Anónimo dijo...

Vamos a ver: hagan el experimento mental de que Carmelo, Jorge Ingnacio, Marifeli y hasta Rojas nunca hubieran nacido. Nada habría pasado en el reino de este mundo. Hace rato que los cubanólogos no hacen más que concinarse en su propia salsa y se la pasan de artículo en artículo y de evento en evento sin seria repercusión. Y acerca de la revolución mexicana no hay comparación entre el movimiento revolucionario de los 20-30 en America Latina y el de los 60-70. Por cierto, Mella no exportó revolución alguna desde México, sino que escapó hacia allá, y lo de Sandino en Nicaragua no tiene comparación con los movimientos propiciados por la revolución cubana, que se caracterizan por haber preparado en Cuba misma a muchos actores, entrenados allí para expandir la revolución sin fronteras. Hasta en la isla de Zanzíbar hubo un movimiento vinculado a Castro, pero jamás se ha visto siquiera un mariachi.

Anónimo dijo...

Lo que he visto en este post es la contraposición entre la revolución y uno de sus reflejos: la historiografía. Creo que la importancia de una revolución se mide, efectivamente, por su reflejo o repercusión, pero antes que en la calidad de los historiadores hay otros índices mejores, como por ejemplo: los movimientos sociales derivados de esa revolución, la propagación territorial de sus ideas, el cambio en la mentalidad de la época. La revolución cubana, que para mí entraña igualmente el ejercicio de un poder descomunal por Fidel Castro, parece no llevarse bien con el acto de escribir, porque no solo carece de historiografía "canónica", como dice Rojas, sino también de la novela. Pero eso no implica que haya sido menos importante que la revolución mexicana (que es el punto de discusión, porque la americana, la francesa y la rusa se tienen por más importantes). La época histórica abierta por la revolución cubana en 1959 sigue dando guerra hoy con la recurva del socialismo bajo ropaje chavista, y los movimientos sociales, guerras y cambios en Lationamérica bajo la influencia de Castro y su revolución suborepujan con creces a la influencia de la revolución mexicana en el subcontinente.

Anónimo dijo...

Cuando Mella murió estaba trabajando para llevar una invasión a Cuba contra Machado. El propio gobierno de México estaba contra Machado. México fue la capital de los movimientos agraristas y del comunismo latinoamericano desde los años 20 hasta el triunfo de la revolución cubana en 1959. Hay un estudio de Pablo Yankelevitch sobre el papel de los gobiernos de Obregón y Calles en la difusión del aprismo y de las revoluciones centroamericanas de los años 20 y 30. El movimiento de Jacobo Arbenz en Guatemala y hasta la propia revolución cubana de los 50 se armaron en México. En México conspiró no sólo Castro, sino que vivieron protegidos por el gobierno Aureliano Sánchez Arango, Raúl Roa y varios comunistas conocidos. Sí es posible una comparación entre ambas revoluciones y su impacto en América Latina. La diferencia está en que durante la revolución mexicana no había Guerra Fría y al no asumirse como comunista esa revolución tuvo menor ressistencia de parte de las fuerzas liberales y comunistas. Ustedes dicen que Zapata y Villa no tuvieron ideología y están equivocados. Lean a Womack y a Katz. Los más importantes intelectuales mexicanos respaldaron a ambos movimientos. El zapatismo es el origen de todo el agrarismo latinoamericano, que aparece hasta en Argentina. Para conocer y profundizar en esos temas hay que leer libros escritos por académicos que no se respetan en este bog. Quienes se cocinan en su propia salsa de ignorancia y desprecio por los intelectuales, los académicos y los periódicos son ustedes. Creen que su misión es criticar y desconocer "autoridades", pero esa actitud de de aparente de iconoclastia no es más que soberbia y rencor por falta de reconocimiento.

Anónimo dijo...

Ustedes dicen que es lo mismo revolución y castrismo y que afirmar que la "deriva comunista de la revolución cubana" le restó influencia a la misma. Y también están equivovados. Importantes intelectuales de la región (Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Gabriel Zaid, Carlos Monsiváis...) le quitaron su apoyo a Castro cuando éste inició la sovietización de la isla. Comparen la influencia del castrismo en los años 60 y 70 para que vean la diferencia entre una y otra etapa en materia de influencia ideológica y política regional. Por otro lado, el asunto del símbolo del Che Guevara tiene otras connotaciones. ¿Realmente ustedes creen que los jóvenes que se ponen la camiseta del Che están suscribiendo la ideología del castrismo o el comunismo? Si es así, tienen una interpretación bastante pobre y chata de ese fenómeno sociológico. En el fondo de las malas interpretaciones que se leen en este blog está la necesidad de algunos "anticastristas" y "anticomunistas" recientes de otorgarles al castrismo y al comunismo más importancia de la que tienen para así justificar la función política que se atribuyen en su conversión. Es probable que la inexistencia de Domínguez, Pérez Stable, Rojas y otros académicos no cambien mucho las cosas -para seguir con esa forma monstruosa, casi fascista, de medir la importancia de las personas-, pero cualquier libro de esos autores es más importante que este blog, por más antintelectuales, antiacadémicos y antilibrescos que presuman de ser.

Anónimo dijo...

Ültimo anónino, caes en un error bastante grande. Una cosa es la deriva comunista (1960-61) y otra, la que pudieramos llamar estalinista, 1968-1971, que es la que hace que pierda el apoyo de esos intelectuales. Pero esa pérdida sólo fue posible y sonada gracias al apoyo aplastante que tuvo la Revolución durante los sesenta, cuando era ya socialista. No creo que cualquier libro de esos autores sea más importante que este blog. Lee el último libro de Jorge Domínguez; este señor es muy académico pero es mucho menos riguroso en el trabajo de archivo que Los miquis. Por no hablar de lo mal que scribe y de simpatía hacia Castro.

Anónimo dijo...

Algún miqui "riguroso" pidió pruebas de la riqueza ideológica de la revolución mexicana en comparación con la cubana. Ahí les van algunas. En la mexicana hay cuatro corrientes ideológicas muy diferentes entre sí: el liberalismo democrático de Madero, el agragarismo comunitario de Zapata, el villismo socialista y el constitucionalismo carrancista. El consenso entre esas corrientes fue imposible y por eso los caudillos de la revolución mexicana estuvieron matándose unos a otros y exiliándose unos a otros hasta el arribo de Cárdenas al poder.
En Cuba, por el contrario, todas las organizaciones antibatistianas (auténticos, ortodoxos, 26 de Julio, Directorio, Sierra y Llano) gravitaban hacia el horizonte socialdemócrata. Las diferencias entre ellos eran más políticas que ideológicas y por eso a Fidel Castro, aliado con los comunistas, le resultó más fácil manipularlos y controlarlos a todos, hasta que muchos de ellos se dieron cuenta de la "deriva comunista" -que, por cierto, es estalinista desde el principio, ya que así commo no es lo mismo revolución y castrismo, es muy difícil discernir entre comunismo y estalinismo desde un punto de vista ideológico y político: lo que viene en los 70 es sovietizacón institucional del régimen- y se opusieron y fueron reprimidos o desterrados.
Para ustedes Chávez, Morales, Correa y Ortega son indicativos de la fortaleza ideológica del castrismo y, nuevamente, están equivocados. Esa izquierda es reveladora de la decadencia del castrismo y cada día es menos importante en América Latina. La ideología de esa izquierda no se puede parar al lado de ninguno de los tres grandes populismos de la región -el peronismo, el varguismo y el cardenismo- que todavía siguen dando guerra en México, Argentina y Brasil.
Si algunos de ustedes ha leído cualquier libro de Rojas sabrá que él sabe perfectamente que la importancia de una revolución tiene que ver con el cambio social que produce y con la resonancia internacional que alcanza. Lo que él trató de hacer en el artículo del Herald fue complejizar un poco las cosas y ustedes, como alguien dijo, con una lectura de cuarto grado, no se dieron cuenta. No leyeron bien el verbo "podría". Además de que al final acabaron dándole la razón en su punto principal, que la revolución cubana carece de historiografía canónica.
Por último, Jorge Domínguez puede escribir un artículo equivocado, pero lo que nunca se le podrá escamotear es haber escrito un libro referencial, como Cuba. Order and Revolution, sin el cual no es posible avanzar en el estudio de la construcción de las instituciones del régimen cubano en los años 60 y 70. Él describe mucho mejor que cualquier bloguero riguroso -vaya oxímoron- esa "deriva comunista" que, según ustedes, no le restó influencia a la revolución cubana.

Anónimo dijo...

¡Qué vergueza, miquis, los rojistas han acabado con ustedes?

Anónimo dijo...

¿referecial Cuba. Order and Revolution? Pésimo libro, y de inocultables simpatías castristas. el problema de Jorge Dominguez no es que escriba uno o dos artículos equivocados, sino su fundamental mediocridad, y los errores de archivo imperdonables en un académico.

Anónimo dijo...

y el libro de Marifeli ni hablar. es de lo peorcito.

Anónimo dijo...

Esta comiquisimo este debate. El comentario mas coherente fue el de Garrincha. Y para eso, ni lo pudo acabar...

Anónimo dijo...

Ahora resulta que porque Mella y Castro fueron a México a fraguar expediciones, la revolución mexicana es más importante que la cubana. ¡Qué estupidez esta de los defensores del rojismo! Por ese camino habría que poner primero a la revolución suiza antes que la soviética, porque de allí salió Lenin a Petrogrado. Y por cierto, lo de Mella no tiene que ver ni cojones con Zapata o Villa, sino con Flores Magon, que a su vez nada tiene que ver con ellos, sino con la III Internacional.

Anónimo dijo...

Creo que algunos perdieron la perspectiva con eso de distinguir entre revolución y castrismo. Rojas mismo dice que la revolución ya tiene 50 años y ahí está el punto: en este debate tomamos revolución como el proceso que triunfó en 1959 y prosigue hoy, no importa las derivas que tenga.

Anónimo dijo...

Creo que algunos perdieron la perspectiva con eso de distinguir entre revolución y castrismo. Rojas mismo dice que la revolución ya tiene 50 años y ahí está el punto: en este debate tomamos revolución como el proceso que triunfó en 1959 y prosigue hoy, no importa las derivas que tenga.

Anónimo dijo...

Para el anónimo mariachi y rojista: las cuatro corrientes ideológicas de la revolución mexicana no son otra cosa que un grupo de gente siguiendo a un caudillo. Y ahí la revolución cubana tiene más de cuatro corrientes inconciliables. Que Castro se haya impuesto es otra cosa. Y para darte un solito indicador de por qué la revolución cubana es más importante que la revolución mexicana, cuenta los años de oposición a los Estados Unidos y el papel en la correlación mundial de fuerzas, las guerras africanas y las guerrillas con cuadros entrenados en Cuba.

Anónimo dijo...

señores miquis, ultimamente he bisitado regularmente su blog muy bueno los felisito pero me parese que ay ocasiones como esta donde pierden un poco de bista que todos no estamos al tanto de lo que se discute. yo por ejemplo no se bien quien es rafael rojas, ni tengo muy claro cuando ocurrio la revolucion mexicana. les agradeseria que aclararan esos puntos para los que tenemos menos nibel cultural grasias

Anónimo dijo...

Lo que se demostró aquí es que Miguel Fernández Díaz y Miguel Cosío no tienen nivel para discutir un artículo de Rafael Rojas. Que sigan "vigilando" los artículos de Rojas en el Herald. Ya veremos cómo acaba esto.

Anónimo dijo...

Conozco a ambos migueles y puedo asegurarle que el Cossío no tiene nada que ver con este blog, salvo coincidencia espacial con el otro, Fernández. Y el problema de tener nivel para discutir un artículo de Rojas me parece repugnante: si Rojas escribe en el Herald es para que puedan discutir su trabajo todo el que lo lea. Eso de los niveles es un trasplante de la jeraquía del partido al terreno de la comunicación masiva.

Anónimo dijo...

Sí, discurtirlo con un mínimo de respeto. Ambos, Miguel Fernández Díaz y Miguel Cossío, conocen a Rafael Rojas y se hacen los que no porque el tono que asumen es de ridiculización y descalificación del articulista. Sí, les falta nivel, intelectual y moral.

Miquis CCR dijo...

Lo siento, anónimo, pero en el post no hay un atisbo de irrespeto a Rojas, sino argumentación en contra. Ni un solo argumento ad hominen, como el que tú empleas ahora para descalificar a los oponentes con falta de nivel intelectual y moral, sino todo ad rem, punto por punto. No sé quién es el tal Fernández, pero a Cossio lo conozco y es muy diplomático en el trato social y atinado en los razonamientos. ¿A qué viene esa descarga contra él y el otro?

Anónimo dijo...

Rojas se equivoca. Es un articulo fatal, verborreico, y mitologizante. La egomania se le sale por cada palabra. Para Rojas la vida termina en un libro -como para Mallarme- Una tesis elitista que ni siquiera merece un comentario.

Quienes defienden no son mas que los "guatacas" de Ernesto Hernandez Busto, e Ivan de la Nuez. Lo defienden sin argumentos, claro esta, como defienden los partidarios del regimen, a su caudillo.

Anónimo dijo...

Las defensas del artículo de Rojas en este debate se han caracterizado por los argumentos: revolución no es lo mismo que castrismo, la revolución cubana carece de historiografía canónica, las otras cuatro revoluciones sí poseen esas historiografías. La reacción de los miquis, Armengol y, esperemos, la Jiribilla o cualquier publicación castrista, no se basan en argumentos sino en una elemental reacción: no, no, la revolución cubana sí es importante. Es Rojas quien propone la manera novedosa de entender el asunto. Sus críticos sólo repiten lo que durante cincuenta años ha dicho Granma.

Anónimo dijo...

¿Por qué Hernández Busto y Ivan la de Nuez defiendcen a Rojas?

Anónimo dijo...

De la Nuez y Hernández Busto no "defienden" a Rojas. Ellos tres han tenido más de una polémica. Pero se respetan.

Anónimo dijo...

Amigos comentaristas, ¿qué les parece este play? Dice el anónimo rojista que "revolución no es lo mismo que castrismo" y Rojas fija la edad de la revolución cubana en 50 años. Ninguno de sus defensores ha dicho hasta cuándo duró la revolución. El otro argumento es "que la revolución cubana carece de historiografía canónica, las otras cuatro revoluciones sí", lo cual es una petición de principio, porque el tema está en si las historiografías miden o no la importancia de las revoluciones.
La reacción de los miquis es "elemental": la revolución cubana sí es importante, algo que puede medirse por el tiempo de Castro en el poder frente a la superpotencia yanqui, el número de movimientos sociales que se inspiraron en Castro y su revolución o que se prepararon por Castro mismo, el número de guerras y otros conflictos sociales que sobrevinieron o sobrevienen por doquier con directo vínculo a Castro. En vez de esto, dicen los defensores: "Es Rojas quien propone la manera novedosa de entender el asunto". ¡Qué novedoso! La importancia de una revolución no está en cuántas vidas amargó o liquidó, ni en las cosas que pasaron y pasan en su nombre, sino en la calidad de los historiógrafos que cazaron un grant para escribir la historia de lo que pasó. Rojas y sus defensores viven y sufren la revolución cubana en las biblioteca; sus críticos, en la calle.

Anónimo dijo...

Una vez más los miquis distorsionan y manipulan los argumentos. En varios ensayos del El arte de la espera (1998), Rojas sostuvo, y siguiendo a muchos antes que él, que la revolución entendida como destrucción de un régimen, construcción de otro y como cambio social, acabó entre fines de los 60 y principios de los 70. Llamar revolución a un régimen consolidado que administra conflictos sociales no tiene sentido.
Mucho menos sentido tiene llamar revolución a lo que existe en Cuba desde 1992, cuando comenzó a producirse un cambio social que, a diferencia del de los 60, no fue generado por el poder. Eso no es revolución, eso es descomposición social de un régimen, en todo caso.
Si leyeran aquel libro y otros del mismo autor sabrían que él tiene muy presentes los costos sociales y políticos de ese régimen totalitario.
Lo que se cuestiona en su último artículo es otra cosa: si la eficacia de un régimen -sea el estalinismo o el castrismo-, su capacidad de sobrevivencia, destreza represiva o su impacto internacional, que él no niega, hacen "importante", en sentido modélico o paradigmático, a una revolución.
Una revolución, piensa Rojas siguiendo a Mañach, es un drama que debe ser narrado y también es un asunto de ideas. No todos los dramas se narran con el mismo virtuosismo y, a fin de cuentas, cúal es la ideología de esa revolución. Sartre pensó que no había ninguna.
A ustedes ese enfoque, que proviene Hayden White, les parece libresco, pero hoy mismo tiene resonancia en la mejor historia intelectual que se escribe en Occidente.
La pregunta sería por qué Michelet pudo escribir su historia de la revolución francesa o Conquest, más recientemente, su historia de la revolución rusa ¿No será que la revolución cubana carece de la profundidad ideológica y política de aquellas, que su epopeya no es narrable con el mismo virtuosismo? ¿No será que esa revolución no es tan importante como ella misma se presenta desde el poder?
Con la típica demagogia del anticastrismo más barato ustedes quisieran presentar a Rojas como un intelectual libresco e insensible, que no piensa en las víctimas del castrismo ¿Acaso piensan ustedes en ellas cuando dicen que revolución y castrismo es lo mismo, siendo que muchas de esas víctimas murieron o se exiliaron por defender una revolución diferente al castrismo y al comunismo?
Quienes insisten en el lugar común, en el gran mito de la grandeza de la revolución cubana son ustedes. No quieran arreglar ahora las cosas dándose un baño de pureza anticastrista, que su lenguaje se parece demasiado al de la peor prensa oficial.
Al final de cuentas, si a Rojas le da la gana de vivir entre libros, cuál es el problema. Una vez más, ustedes reproducen el típico antintelectualismo castrista, el culto al hombre de la calle contra el hombre de letras. Pues está bien, déjenlo a él en lo suyo y váyanse ustedes vivir la grandeza de la revolución en la calle.

Anónimo dijo...

Señor Miguel Fernández Díaz:

Yo vivo la miseria de la revolución cubana en la biblioteca y así me la paso muy bien.

Rafael Rojas

Los Miquis de Miami dijo...

El anterior comentarista no se ha dado cuenta de que, a los efectos del debate, no hablamos de revolución cubana en el sentido de El arte de la espera (1998), sino en el que usó el propio Rojas para su artículo del 2008 en El Nuevo Herald: "Cincuenta años es tiempo suficiente para que emerja una escuela historiográfica y, sin embargo, la revolución cubana carece de estudios canónicos».
De paso el comentarista cambia el tema: ahora el sentido de importancia es "modélico o paradigmático", pero entonces la revolución americana, por ejemplo, no sería tan importante por el lastre de la esclavitud ni la rusa por su talante criminal bolchevique. Lo que sí está claro es que toda revolución es "un drama que debe ser narrado y también es un asunto de ideas", pero de aquí va un gran trecho a que la importancia podría medirse por la calidad del historiador. Una revolución puede ser importante aunque esté mal narrada, como la cubana, y lo que es peor: la mayoría de la gente cree que una revolución es o no importante sin haberse leído ningún libro, bueno o malo. El defecto de fondo es que la buena historiografía no es toda la historia, y la importancia de una revolución tiene mejores índices de medición (sociológicos) que la calidad del historiógrafo ocupado de ella. No se trata de cómo la revolución cubana se presenta desde el poder, sino en cómo repercutió, para bien o para mal. De ahí la importancia, no la "grandeza", como urde el comentarista. La revolución de Castro, por Castro y para Castro, no es un mito, sino realidad tangible, como tangibles son sus índices extrabibliográficos, que al final son los que cuentan: una Isla desolada, un Miami más importante para América Latina que México DF, militantes de Hamas entrenados en Guanabo, Allende y Hugo Chávez, en fin, algo más que libros bien escritos. Y no es que no queramos dejar a Rojas "en lo suyo", sino que ha sido Rojas el que busca medir "con lo suyo" la importancia (no "la grandeza", repito) de la revolución cubana. Me parece que la propensión a medir procesos históricos por sus resultados historiográficos es otro avatar del atavismo platónico que Habermas puso ya al desnudo entre los historiadores alemanes: el desprecio a la masa.
Miguel Fernández Díaz, no Cossío (Dios me libre)

Anónimo dijo...

Los cincuenta años se refieren, evidentemente -pero usted no lo vió, como no vió tantas cosas- al tiempo que media entre el presente y el triunfo de esa revolución, no a la temporalidad de la revolución misma, que, por supuesto no es esa. En ese artículo y en otros que he publicado recientemente, en El País y en el Herald, sostengo las mismas ideas que en aquel libro de hace diez años.
Hablo de cincuenta años, precisamente, para contrastar ese tiempo con las cuatro o cinco décadas que bastaron para que se escribieran buenas historias de la revolución rusa y la mexicana.
Las personas se hacen una idea de la importancia de una revolución por muchas vías, entre otras, la de los medios, la propaganda, la educación y, también, la historiografía.
Por ejemplo, la versión más difundida de la historia de la revolución cubana, que es la de Hugh Thomas, es una transcripción casi literal de "Los pasajes de la guerra revolucionaria" del Che Guevara y del "Libro de los doce" de Carlos Franqui, dos textos básicos de la mitología revolucionaria.
Mi crítica se dirige a ese relato oficial que genera mitos que luego son socializados por actores políticos muy diversos, aún por aquellos actores que, como usted mismo, se asumen como opositores. Mitos que tienen que ver, incluso, con las ideas que usted se hace del formidable impacto de la revolución cubana en América Latina. Su idea de la influencia de la revolución cubana en América Latina es exagerada, mítica, y desde hace tiempo está siendo rebatida por varios historiadores de la región. La revolución cubana generó mucho respaldo pero también mucha oposición en América Latina.
No, señor, Habermas no tiene nada que ver aquí. Tiene que ver Hayden White. Los problemas de la escritura de la historia no son meras elucubraciones letradas, que en nada afectan la vida política de los ciudadanos. Los problemas de las ideas son reales, vuelva a Hegel y vuelva a Heidegger, si quiere, o quédese en su "práctico" blog, pero déjeme a mí entre mis libros, que yo sé muy bien, por experiencia propia, que desmontar la historia oficial de un país puede ser un acto sumamente subversivo.

Anónimo dijo...

¡Apaga y vámonos! Ahora los cincuenta años no se refieren a la revolución que siguen pregonando Castro y los suyos, sino a un tiempo que nada dice: de hoy al triunfo de Castro. Resulta que estábamos hablando de la revolución según Rafael Rojas, que se encoje a donde cada autor le venga en gana. Solo que así tendríamos otro índice al parecer mejor que las buenas historiografías. Si «cuatro o cinco décadas bastaron para que se escribieran buenas historias de la revolución rusa y la mexicana», tenemos que igual tiempo ha pasado para que la revolución cubana prosiga teniendo efectos sociológicos contrastables, dentro de Cuba y en exilio, sin necesidad de una buena historia. La importancia de la revolución de Castro me parece ahora descomunal: algunos de sus protagonistas, en particular Castro, siguen llamándola así y tomándola como rasero para juzgar la conducta de los demás (a favor o en contra)sin algo más que "mitología revolucionaria". Me parece estupendo ciriticar el relato oficial que genera mitos, pero no que se haga minimizando la importancia que ha tenido algo tan traumático como la revolución cubana, en cuyo nombre se han hechos horrores. Y Habermas tiene que ver mucho, porque siempre estuvo contra la autonomía de las ideas con respecto a los contextos vitales de generación y aplicación. Y lo que no acabo de entender es el reclamo: "déjeme a mí entre mis libros", porque fue usted quien salió de ellos para ir al periodismo, que es comunicación de masas. Desmontar la historia oficial de un país es un acto loable de su parte, pero no llegará a ser "sumamente subversivo" si empezamos por restarle "importancia" a un proceso donde se nos fue la vida, simplemente porque no hay historia canónica, como tampoco hay novela, ni otra corriente artística canónica. Y ni qué decir de la "densidad histórica" desparramada por los cinco continentes y demás indicadores sociológicos. ¿No sería mejor desmontar la historia oficial desnudando sus bondades predicadas como maldades deliberadas, antes que agarrarse de que no hay un buen librito?
Miguel Fernández Díaz

Anónimo dijo...

Que la paz del Tíbet alcance sus cabezas.

Anónimo dijo...

Me parece que al final los contendientes se abrazan en que hay que desmontar la historia oficial. Que Rojas lo haga a su manera, y los demás minúsculos, atorrantes sin nivel, incapaces de comprender un solo párrafo de una columna de opinión en El Nuevo Herald, atónitos frente a la dimensión de sábado corto de la revolución cubana, incapaces de discernir entre revolución y castrismo, aunque aquella sea de Castro, pues que se dediquen a bloguear.

Anónimo dijo...

Por una cuestión de orden, ¿los mariachis provienen de la revolución mexicana?

Anónimo dijo...

Usted tiene una confusión incorregible entre revolución y castrismo. Algo equivalente a que un francés confunda revolución y bonapartismo, un ruso, revolución y estalinismo, y un mexicano, revolución y priísmo. Evidentemente esa confusión proviene de la lectura de malos libros de historia de la revolución cubana. Pero no lo culpo, porque como dije en mi artículo, no hay buenos libros sobre el tema. De mi parte, no hay nada más que decir.

Unknown dijo...

Se le agradece a Rafael Rojas que haya participado en el intercambio de opiniones.

Anónimo dijo...

No hay confusión alguna en considerar el castrismo como efecto de la revolución de Castro, que es a lo que se llama revolución cubana. Cualquiera entiende la noción de Rojas sobre "revolución cubana" como aquella buena, popular, que se descompuso y, para él, dejo de ser revolución, pero esa noción no se compadece con el contexto de surgimiento (en aquellos días de triunfo) y aplicación (que dura hasta hoy) de la revolución cubana, como dijera el Miguel Fernández. La noción de Rojas solo sirve para desacreditar a la revolución cubana como ardid lingüístico de la elite en el poder, pero en términos mundanos no aporta nada distinguir entre revolución cubana y castrismo. De ser así, para complacer a Rojas, diríamos que la revolución cubana dista mucho de ser importante. Lo importante es el castrismo, más que el zapatismo o el pancho villaismo. Ese juego escolástico no llega a ninguna parte.

Anónimo dijo...

Desde un punto de vista filosófico, Rojas es nominalista y los miquis realistas, o lo que es lo mismo, Rojas es idealista trascendental y los miquis materalistas históricos. Qué curioso, no!

Anónimo dijo...

Bueno, caballero, la verdad es que ustedes se pasan. El que es un enemigo público del gobierno cubano es Rojas, porque el otro, Fernández Díaz, quién es.

Anónimo dijo...

Es falso que el libro de Hugh Thomas sea una "transcripción" de esos libros del Che y Franqui. Luego de este disparate, dicho por alguien que considera estudios importantes a Mrifeli Perez Stable y a Jorge Dominguez, poco puede ayudarle la mención de Hayden White, que ya había hecho Rojas como anónimo, antes de poner su nombre. Aun aceptando que no haya buenos libros sobre la revolución Cubana, ¿por qué ello reflejaría una carencia de la propia revolución? Rojas: O Miquis: 1.

Anónimo dijo...

Yo soy el anónimo que mencionó primero a White y no soy Rojas pero lo conozco muy bien, soy su alumna y eso lo vimos en clase. En la Historia Contemporánea de Cuba. De Batista hasta nuestros días, de Thomas, (Barcelona, Grijalbo, 1973), de la página 93 a la 203, casi todo lo que tiene ver con a Sierra, está tomado del Che y de Franqui.

Anónimo dijo...

Yo soy el anónimo que mencionó primero a White, no soy Rojas pero lo conozco muy bien, soy su alumna y eso lo vimos en clase. En la Historia contemporánea de Cuba. De Batista a nuestros días (Barcelona, Grijalbo, 1973), de la página 93 a la 203, casi todo lo que tiene que ver con la Sierra está tomado directamente del Che y de Franqui.

Anónimo dijo...

Varios de los anónimos anteriores también son míos y ustedes deberían darse por satisfechos de este debate sin seguir cayendo en bajezas y descalificaciones.

Anónimo dijo...

Bueno, Milena, una cosa es que esa parte use como fuentes principales esos dos libros, y otra que toda la historia de la revolución de Thomas sea una "transcripción literal". Insisto en que decir este, mientras se menciona como obras atendibles los libros de Perez Stable y Dominguez, es una prueba de que Rojas manipula de manera bastante evidente la bibliografía para fundamentar una tesis bastante floja.

Anónimo dijo...

La leccion de este debate es que muy pocos cubanos estan preparados para debatir ideas sin caer en la descalificacion personal, los intrusismos en la vida privada de la gente y los ataques viliosos. Si hubiera un poco de respeto en este blog, se prohibian comentarios de la vida privada de la persona y lenguaje insultante. Es realmente vergonzoso. Los invito a hacer. Es muy facil el papel de francotirador. Rojas ha hecho una obra solida, consolidada con trabajo, lucidez y sensibilidad. Sera que nuestra tendencia a la holgazaneria, a la incompletitud, a la promesa que no se cumple, a la batalla que termina en un carnaval, en fin, a la liviandad, seguira abroquelandonos a los cubanos. Me pregunto si este debate no es un indice de la carencia que nos persigue: la carencia de rigor que podremos disolver en musica y guaracha, en gozadera y sexo, en color tropical, pero que sigue siendo falta de rigor.

Diavolo dijo...

Sin duda que este debate es un indice de varias carencias de la cubania.

Entre ellas, la carencia de capacidad para analizar y juzgar objetivamente casi todo, y muy especialmente lo relacionado con la revolucion cubana.

Muy reveladora esta cita de Miguel Fernández Díaz:

Me parece estupendo ciriticar el relato oficial que genera mitos, pero no que se haga minimizando la importancia que ha tenido algo tan traumático como la revolución cubana, en cuyo nombre se han hechos horrores.

Si la importancia de cualquier "revolucion" se mide por los horrores que se hacen en su nombre, entonces habria que hablar de la Revolucion del Tercer Reich (muchos millones de muertos), o la de los Hutus de Rwanda (500,000 Tutsis muertos), etc, etc, etc.

Si esa es la metrica, la revolucion cubana (y ni siquiera la americana) no alcanzan a mucho en comparacion.

Entiendo que cuando Rojas habla de "importancia" se refiere al basamiento intelectual del proceso revolucionario -- su peso en la batalla de las ideas, si se quiere -- y no al numero de sus victimas, pero el Sr. Fernandez aparentemente lo analiza desde un punto de vista mucho mas subjetivo (y mas cubiche): el trauma que le ha ocasionado el evento a quienes tiene a su alrededor es enorme y por tanto el evento debe ser de gran importancia.

Un academismo riguroso no aceptaria tales argumentos.

Anónimo dijo...

Diavolo, no creo que Fernández reduzca la experiencia traumática y los horrores al número de víctimas, porque los cubanos han sido muy parcos en eso de poner los muertos. Cualquier guerrita centroamericana suma más víctimas que los muertos del castrismo. Los horrores y el trauma se refieren más bien a los procesos dentro y fuera de Cuba que dañan la vida, en el sentido de Adorno. Y por cierto, el academismo riguroso muchas veces no pasa de lucecitas para escena

Anónimo dijo...

No entiendo nada...un intelectual de la talla de Rafael Rojas intentando debatir con los miquis mouses que están detrás de este blog. Evidentemente, una señal de su enorme modestia. Si yo fuera él, no me rebajaría.

Anónimo dijo...

Dudo que los comentarios hechos por Rafael Rojas, vengan de verdad de éste, ya que del mismo modo, los ultimos comentarios con mi nombre, yo no los hice.

Anónimo dijo...

Si la talla intelectual de Rafael Rojas es tan descomunal, ¿qué hace escribiendo para El Nuevo Herald?
Es verdad que hay que tener nivel para leerlo. Ese Fernández descnocido no entendió nada a Rojas, pero al pobre no se le podía pedir mucho, porque seguro que nada más que ha leído libros malos y ni siquiera hojeó El arte de la espera, que en los diez años siguientes a su publicación ha tenido un impacto fenomenal entre cubanos y extranjeros: ya nadie le llama a aquello revolución cubana. Todos sabemos, gracias a Rojas, que hubo una revolución cortica, sin importancia, y lo que vino después es usura, como consecuencia de la deriva comunista. La operación mental es complicadísima, de alto nivel: cogió un concepto de revolución y subsumió la parte que encajaba de lo que pasó en Cuba: eso es revolución. Lo demás, usura, castrismo, puro detrito. Claro que se podría objetar que, de todas formas, la importancia de una revolución tiene que ver algo con sus consecuencias, con su deriva histórica y con la vida cotidiana misma al cabo de cincuenta años, pero no: vamos a ver si tiene o no una historia canónica, como la tiene hasta la revolución haitiana, y si no encontramos una, pues la revolución no es importante. Lo que no entiendo bien es por qué entonces Rojas afirma eb su "elegante artículo" que lo más cerquita de la condición de historia canónica sería "el último volumen de The Persuit of Freedom (1971) de Hugh Thomas, a pesar de sus múltiples errores y de que la narración termine a fines de los 60". ¿No estamos hablando de la historiografía canónica de la revolución cubana? Y si nos atenemos al concepto de Rojas, ¿no es más o menos a fines de los 60 donde termina la revolución cubana para dar paso a otra cosa? Verdad que hay que tener nivel para polemizar con Rojas. Quizás no podamos entenderlo bien porque su punto de vista es, como dijo un comentario a este post, "sumamente subversivo". Por eso, repito, ya nadie habla ni fuera ni dentro de Cuba de "revolución cubana". La gente prefiere referirse a castrismo, dictadura y otras lindeces, pero sobre a "usura", porque al menos leyeron a Rojas en un número de la revista Encuentro. La subversión de Rojas es la suma de las subversiones: todos se suman a ella para contradecir la historia oficial difundida por el poder. Yo, que no tengo nivel para entender a Rojas, me contento en mi pobreza intelectual con las subversiones de Tony de la Cova, como que a Abel Santamaría no le sacaron los ojos o que Raúl Castro no tiró un solo tiro en el Moncada. ¡Qué vergüenza siento! Mejor hubiera enfrentado a los defensores de Castro con ese argumento crucial de que no hay historiografía canónica de la revolución cubana.

Al Godar dijo...

1- El hecho que no haya habido buenas historias no le resta importancia a una revolucion.

2- El hecho de que Home Depot hoy venda herramientas al alcance de todos los amantes de la renovacion por cuenta propia no va a acabar con los constructores profesionales pero tampoco niega que haya algunos amateurs que son comparables a los profesionales, aún con herramientas más baratas.

3- Si alguien envidia a alguien, parece más razonable pensar que sean los escritores profesionales los que tendrían que envidiar a los blogueros.
Los primeros han luchado mucho por llegar a una posición respetable y ven que de la noche a la mañana, los blogueros pueden publicar sus opiniones y que muchos los leen. No veo porqué un bloguero que tiene cientos o miles de lectores en su blog cada dia va a envidiar a alguien que escriba en el Herald o en cualquier otro periodico, o publique libros, etc. Desdeñar a unos o a otros no es razonable.
Saludos,
Al Godar

Anónimo dijo...

Va bien encaminado Al Godar. En esto de los blogs se han beneficiado mucho gente que eran poco conocidos (Jorge Fererr, Hernandez Busto), mientras que otros que eran más conocidos, lejos de sacar partido, han sido criticados o cojidos pal trajín (Rojas, Ponte). Se entendería que estos últimos no las tuvieran todas con los blogs.