Porqué me desagrada el camarada Cuellar

El camarada Juan Cuellar muestra especial proclividad a enfrentar el castrismo brutalmente (en el recto sentido de bruto) y no vacila en retorcer los argumentos.
Lean este comentario hecho en privado a Manuel Prieres, promotor de un boicot contra los canales 41 y 22 de Miami:
«Yo no veo ninguno de los dos canales, pero su aspaviento de hacer público algo tan privado como el consumo de programas de televisión solo sirve en bandeja de plata a Castro argumentos para dar al exilio imagen de cavernícola ante la opinión pública internacional».
Lean ahora el doble uso del comentario por el camarada Cuellar:
1. Quien comentó «recurre al peyorativo "cavernicula" (sic) sin darse cuenta que es él quien mejor califica bajo el término».
2. Quien comentó «"Yo no veo ninguno de los dos canales", !miente! No solamente tengo en mi poder correos que lo comprueban, sino es que el mismo trabaja en el canal 41, dato que oculta».
El camarada Cuellar no puede ceñirse al tema del boicot y esgrime entonces el viejo subterfugio castro-leninista de atacar a la persona. El camarada Cuellar no emplea signos de admiración por gusto: está a punto del orgasmo intelectual porque imagina haber cogido al otro en una mentira. Solo que su razonamiento: «Si trabaja en el Canal 41, entonces ve el Canal 41 (y de paso el 22)», pasa por alto que muchos de quienes trabajan en el Canal 41 no pueden, por esa misma razón, ver sus programas.
Peor es suponer que, fuera del canal, un empleado del 41 tiene que ver sus programas. A diferencia del camarada Cuellar, Americateve sigue la norma democrática de no entrometerse en la vida privada y no prescribe a sus empleados qué canales de televisión han de ver.
Para sostener el llamado de Prieres al boicot, el camarada Cuellar no pasa de formular esta pregunta retórica: «¿Se imaginan que sería de Sudáfrica sino (sic) se hubiese ejercitado el boycott?».
Para el camarada Cuellar, el boicot aplicado por las democracias occidentales contra el régimen anti-democrático de Pretoria es igualmente válido dentro de una democracia. Vayamos más a lo cubano: el camarada Cuellar no vacilaría en abogar por el embargo dentro de los Estados Unidos contra quienes él imagina pro-castristas.
No en balde el camarada Cuellar puja para que saquen un librito lleno de mentiras sobre Cuba de los estantes de las bibliotecas públicas de Miami, antes que dar a imprenta otro que lo contrarreste. No importa que el único resultado de su puja haya sido propiciar la campaña internacional de Castro sobre la censura en Miami.
El camarada Juan Cuellar dice apoyar el boicot de Prieres contra los canales 41 y 22, pero hace la «excepción del programa "Arrebatado" (sic) [adonde lo invitan] y el "Noticiero" del 41 [por sus razones, que no viene al caso indagar]. El otro ni siquiera lo veo».
Si el empleado del 41, en vez de comentar en privado a Prieres «No veo ninguno de los dos canales», hubiera revelado más: «No veo ningún canal de televisión ni oigo ninguna radioemisora de habla hispana», ¿qué hubiera hecho el camarada Cuellar?
El camarada Cuellar hubiera dado igual la espalda a la Estatua de la Libertad para usar el dato, irrelevante al debate sobre el boicot, y suplir su orfandad de argumentos con el ataque personal.
El subterfugio del camarada Cuellar se hubiera semejado a la réplica, en el mismo caso, del camarada Florentino [este nombre puede variar], que atendía por la Seguridad del Estado a la UNEAC: ¡Usted es un penetrado cultural!
El castrismo mutante, aunque lo vistan de Cuellar, castrismo se queda.
Ilustración: © Steffano Baratti Sin título (2001). Propongo Castrismo mutante.