Desde su convalecencia, Castro I recordó el peligro de la libertad sindical para su revolución y mereció por ello tanto la cita del día, en el blog de Ernesto, como un comentario armengólico. Lo curioso es que el precepto aludido por Castro I como arma del imperialismo fue acogido (al menos en la letra) por uno de los primeros decretos-leyes de su Consejo de Estado. Del espíritu de aquel decreto-ley, ni hablar.Ilustración: José Angel Toirac, La Maison (detalle)
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