diciembre 15, 2007

Cuento de Navidad: desvío de fondos

El 23 de diciembre de 1962, a las 5:30 p.m., despegó de San Antonio de los Baños hacia Homestead el primer avión con prisioneros de guerra de la malograda expedición a Bahía de Cochinos. Castro recordó entonces que faltaban por pagar 2.9 millones de dólares por los 60 presos heridos que habían sido liberados «a crédito» el 14 de abril de 1962. El ultimatum: le pagaban en cash o se cancelaban los vuelos. Por gestión desesperada del cardenal Richard Cushing, arzobispo de Boston, y del general retirado Lucius Clay se consiguió que la suma exigida estuviera disponible en el Royal Bank of Canada, a las 3 de la tarde del 24 de diciembre, para ser transferida a una cuenta personal de Castro. Los vuelos se reanudaron ese mismo día y 719 presos de la Brigada 2506 pudieron unirse en Homestead a los 484 que habían volado el día anterior. El mandarín económico de Castro, Regino Boti Jr., abrió una botella de Scotch para celebrar y su Comandante en Jefe estaba tan contento, que cuando el negociador americano, James Donovan, le espetó en la escalerrilla del último avión: «Volveré para postularme contra usted en la próxima elección, y creo que ganaré», Castro replicó: «Doctor Donovan, creo que usted tiene razón. Así que no habrá elecciones».
Este y otros cuentos parecidos pueden leerse mejor en After the Bay of Pigs, de Pablo Pérez-Cisneros et al.

3 comentarios:

Infortunato Liborio del Campo dijo...

El tipo estaba clarito clarito...elecciones nicotina

Anónimo dijo...

Hay que preguntarle a Marzo Fernández si sabía de estos tempranos ingresos a la Reserva del Comandante en Jefe

Anónimo dijo...

jajaja...Oye solo tienen que acceptar una cosa.
Fidel les gano!
si lo logra seran felices