LOS YUMAS EN LASA

Hay que ver cómo inventa la gente para adentrarse en el «problema cubano» sin ser cubanos, que es el problema. Sinan Koont (Dickinson College) se metió en «la agricultura orgánica de la ciudad de La Habana». Una pila de patones de Utah, Yale y Michigan armaron el panel «Siguiendo el ritmo geográfico del son montuno, el mambo y el rap cubano». Jalena Schmidt cree que porque sentó cátedra en Virginia puede calar a fondo la rivalidad entre La Habana y Santiago de Cuba. En el panel «La condición global de los cubanos hoy» solo Nara Araujo procedía de la Isla. Un profesor del preuniversitario Father Ryan disertó sobre «la novísima trova en el período especial». John Tone vino de Georgia para darle más vueltas a la disputa Finlay-Reed sobre el mosquito amarillo (¿o era la fiebre?). Me parece que hubo hasta conflicto de intereses en el panel sobre «las percepciones foráneas no estadounidenses de la Cuba actual», organizado por Joaquín Roy, quien será muy español, pero enseña en la Universidad de Miami. Alguien más de Georgia, Susan Thomas, me puso en vilo con el título de su ponencia: «De Cuba ha llegado un barco», pero no se trataba de balseros, sino de «transnacionalización de la canción popular cubana». Un tipo rarísimo (Carlos Uxó) de la aún más rara Universidad de Trobe (Australia) dio una trova que me recordó a Virgilio Piñera, porque versó acerca del «personaje negro en la narrativa breve de los novísimos». Y así hasta llegar al enigmático taller «La nueva vieja Cuba», que congregó a varios «cubanólogos» en torno a Damián Fernández, director del Instituto de Investigaciones sobre Cuba de la Universidad Internacional de la Florida.

En el siglo XVII un yuma holandés sentó el paradigma de la cubanología con este grabado de La Habana (www.common-place.org · vol. 3 · no. 4 · July 2003), que muestra una cúpula de estilo oriental en el faro del Morro y otras perlas de la imaginación.