noviembre 08, 2007

Tisana Selman

Fidel Castro cabeceaba una y otra vez en su asiento. A veces se quedaba con la cabeza hacia atrás y la boca abierta. Llevaba así como 20 minutos. No sabíamos si era por cansancio, por los efectos de la comida o de la propia vejez o, sencillamente, por el aburrimiento de aquel evento de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), donde se analizaba lo de siempre, lo que no tenía solución mientras estuviera presente quien ahora estaba “pescando”, sin preocuparse por lo que sucedía a su alrededor, en un salón del Palacio de las Convenciones. Serían las 6 de la tarde, de aquel día de marzo de 1999, cuando un colega me comentó en broma: “El hombre duerme”, mientras veíamos el espectáculo. En eso vino uno de los guardaespaldas con una taza mediana sobre plato pequeño, tapada con una servilleta; despertó al “dormitante en jefe” y este bebió en pequeños sorbos: poco a poco, despacito, mientras el mundo en derredor seguía discutiendo lo indiscutible. Hasta que ocurrió lo impensable. Un Fidel Castro revitalizado tomó el micrófono y empezó a hablar. Eran como las ocho de la noche. Terminó a las tres de la mañana.

Foto: El bostezo Cumbre.

4 comentarios:

Infortunato Liborio del Campo dijo...

Memos mal que tenía sueño que si no amanecen

Anónimo dijo...

Es tisana, con ese.
machete

Anónimo dijo...

los miquis: machete, tienes razón.

Anónimo dijo...

me encanta esa foto ...