"Y la carne dura y con pellejo, ¿qué hago?, ¿me la como yo?", exclama un ofendido carnicero cubano porque todos los "usuarios" le piden carne "blandita y sin pellejo". El testimonio forma parte del documental "Yo también te haré llorar" (1984), de Enrique Colina, que aborda otra de las grandes promesas que nunca ha podido mantener el castrismo: ofrecer un servicio de calidad a la población.
La segunda parte la pueden disfrutar aquí.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Disfrutar es POCO. Quedo maravillada del material que veo. Y es sólo la primera parte. Voy a por la segunda con voracidad.
¡¡ Extraordinario Enrique de la Colina !!
Que tiempos aquellos tan felices, cuando todavía había carne, es verdad que era dura y cada nueve días pero había... y Ay! aquellas croquetas Init, que ricas, bueno verdad que se te pegaban en el cielo de la boca, por eso le decían rascacielos, porque había que dale que te dale con la lengua para despegarlas y a veces se ponían ácidas y hasta le salían pelos ahí de viejas porque nadie se las comía, pero ahora ni eso. Eso fue lo que mató a la documentalística cubana. No es que faltara el presupuesto, el celuloide, los materiales para hacer las películas, lo que se acabaron fueron las carnicerías, las cafeterías, las croquetas, los taxis, las guaguas, entonces ¿de que iban a vivir los documentalistas? Fue un duro golpe para el arte de la croqueta. No y de la que se salvaron, porque si hubieran seguido haciendo documentalitos como este, lo menos que le hubieran echado era veinte años, por la cabeza.
Publicar un comentario