noviembre 27, 2007

Por esto y aquello

Joan Capote: 1...2...3..., probando (2000)
El excesivo entusiasmo con que el diario mexicano Por Esto enfoca la aparición de algunos artículos de corte crítico en la prensa oficial cubana demuestra el desconocimiento que cunde entre muchos medios extranjeros, empeñados en ver aquí una apertura, bajo el mandato «provisional» de Raúl Castro, dentro de la férrea política informativa del castrismo.
Por Esto considera que «la crítica en los medios de difusión cubanos aumenta por días y a tal velocidad que amenaza con impactar en cualquier momento las sacrosantas estructuras de lo que hasta ahora se había considerado intocable». Ante todo, los trabajos críticos no son publicados ni transmitidos tan solo por la intención profesional de los periodistas. Forman parte de un proceso de consulta y autorización que llega, obligatoriamente, hasta las oficinas del coronel Rolando Alfonso Borges, Jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista.
En muchos casos, la idea de criticar algo sale de esta misma oficina junto con instrucciones de los medios que deben publicarlo, cómo deben presentarlo, en qué momento y hasta qué periodista debe hacerlo. Para eso también son las reuniones que semanalmente tienen los directivos de los medios de comunicación en la oficina de «Alfonsito», donde reciben “orientaciones” precisas sobre cómo llevar a cabo su trabajo.
Casi nunca las críticas salen en Granma ni en el Noticiero Nacional de Televisión (NTV) a las ocho de la noche, que son la cúspide de la jerarquía informativa castrista. Para ser sinceros, los últimos noticieros se han referido a los temas siempre criticables de servicios o construcción de viviendas, pero generalmente la crítica queda en manos de los “jovencitos” de Juventud Rebelde, quienes aparentemente no representan la línea del Partido, o en el semanario Trabajadores, la revista Bohemia, los medios locales o las emisiones informativas de televisión que no sean aquel «estelar» noticiero.
Lo que vemos ahora no es nada nuevo. En los años más duros del Período Especial, Castro tuvo que mirar a otro lado, en contra de su voluntad, ante la severa crisis económica acompañada del resquebrajamiento político y moral, para que algunos medios tuvieran licencia pasajera en cuanto a trabajos de crítica moderada a determinados sectores de la sociedad y la economía. Era (y es) una manera de quitarle aire a la “válvula de presión”, pero sin pasarse de reformistas. De lo contrario sucedería lo que pasó con el think tank del extinto Centro de Estudios de Américas (CEA), a quienes el propio Raúl Castro acusó de utilizar los medios para sus proyectos de cambio, en el informe al V Pleno del Partido (1996).
A partir de aquí, y con cierto respiro económico que comenzó a sentir la pandilla castrista, aquella licencia fue languideciendo hasta desaparecer. Ahora parece que, con el «bajo perfil» del «Convaleciente en Jefe» y el riesgo de convulsión social que enfrentaría su hermanito al mando una vez que el otro muera, se quiere dar la imagen de que se podrá disfrutar de una apertura. A Raúl Castro le tocó también dar la cara pública en el momento de anunciar medidas como los mercados campesinos. Así que la resurrección de la crítica es coherente con la política castrista.
No dejamos de alegrarnos cuando aparecen trabajos críticos en la prensa oficialista. Al contrario: siempre debieron publicarse y sabemos que muchos periodistas cubanos quisieran hacer esto y mucho más, pero no debe pecarse de entusiasta. Sobre todo porque ya hemos visto, en más de una ocasión, una «película» como ésta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por supuesto pecariamos de una ingenuidad criminal si creyesemos aque Raul hara reformas fundamentales. El problema es que en un sistema tan cerrado como el cubano, cualquier "jarabe" propagandistico puede generar un efecto domino de consecuencias nefastas para la cupula del poder. Y Raul no es el cristo verdeolivo que adoraron millones hace ya medio siglo, ni el modelo castro-stalinista es tan popular dentro y fuera de la isla.
Liborio de La Pena