octubre 06, 2007

Los que nunca llegaron

“Eran unas fotografías que prefiero no haber visto. Los cadáveres flotaban muy cerca de la orilla, algunos atrapados entre las ramas del mangle, hinchados y muy blancos, con las cuencas de los ojos vacías porque según nos explicó el forense, los peces más pequeños se los habían devorado.

-¿Por qué los enterraron allí?

-Nadie los reclamó –respondió el forense.

-¿Y los familiares de Cuba? Ellos han estado reclamando los cuerpos.

-El gobierno de allá nos dijo que no le interesaba repatriar los muertos, sólo los vivos. No teníamos opción –habló y se encogió de hombros.

Fui a decir algo, pero detuve la frase en el aire. De todos modos el hombre respondió mi pregunta no enunciada.

-Es que no podemos mantener la morgue ocupada indefinidamente, tenemos pocos recursos, y la gente se muere más de lo que usted cree.

Nos sumimos en un silencio incómodo en el que nos miramos por un rato sin saber qué concluir.

-¿Y los familiares en Estados Unidos? –esgrimí a tientas.

-No sabíamos que tuvieran familiares en otro lugar –dijo sinceramente el forense.

Yo tampoco sabía, pero ya en ese entonces estaba seguro de que esos infelices merecían un mejor entierro.”

Fragmento del libro en preparación “La última cumbre”, del periodista cubano Juan Manuel Cao, presentador de la emisión vespertina del noticiero del Canal 41 de Miami, con historias verídicas de su años de reportero cubriendo los temas sobre Cuba. Este fragmento pertenece a la cobertura que hizo sobre los cadáveres de siete balseros cubanos, entre ellos dos niños, que en julio del 94 fueron enterrados en una fosa común en Chetumal, estado mexicano de Quintana Roo.

Foto de una embarcación de cubanos que encalló en las costas de Quintana Roo (www.noticaribe.com.mx)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Desgarrador y bien escrito.

Anónimo dijo...

Los Miquis contra todos los felinos
Está buenismo el blog!!!!

Anónimo dijo...

gracias a todos por los elogios. hacemos nuestro mayor esfuerzo y además, lo disfrutamos
los miquis

Anónimo dijo...

No existen mas que dos reglas para escribir: tener algo que decir, y decirlo.
Oscar Wilde