El relator de las Naciones Unidas para la Alimentación, Jean Ziegler, llegó a La Habana para tenderle una rama de cereal a Castro y echarle la culpa al embargo yanqui por la libreta de racionamiento en Cuba. Uno de sus mejores ejercicios sería comparar la ración actual con aquella establecida por el Reglamento de esclavos de Cuba (1842). El artículo sexto prescribía que los amos dieran a sus esclavos dos o tres comidas al día. Se regulaba como alimento diario para cada esclavo: seis u ocho plátanos, o su equivalente en boniatos, ñames, yucas u otras raíces alimenticias; ocho onzas de carne o bacalao, y cuatro onzas de arroz o harina.
Foto: FAO
octubre 29, 2007
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