agosto 29, 2007

Enigma para un Domingo







Con ese apellido, Domingo Amuchástegui habría dado el palo como director de la Orquesta Sinfónica Nacional. Pero desde chiquito se viró pa´la rumba de la Contra-Inteligencia y ahora le ha dado por tocarla en un panfleto sobre la cultura, que recomendó el blog Penúltimos Días. El estribillo reza que Fidel y Raúl Castro nada tienen que ver con la represión cultural. Los culpables serían Carlos Franqui y Cabrera Infante, Edith García Buchaca y los demás sectarios de la comparsa pesepista, la segurosa Margarita Malmierca, Pepe Llanusa y el psiquiatra Muzio, Vecino Alegret y Antonio Pérez Herrero, Orlando Fundora y Carlos Aldana, Darío Machado y el coronel Alfonsito, Balaguer y el gallego Fernández…
Nada, que Fidel no se abstuvo por gusto de mencionar «censura» en sus Palabras a los intelectuales (1961) ni metió aquel discurso en el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura (1971). Tampoco fue él, sino «la utilización de los discursos de Raúl sobre el diversionismo y Pensamiento Crítico» lo que jodió la bicicleta cultural.
¡Que muchacho este Amuchástegui! Pulsa sin recato un resorte psicológico primitivo que Freud explicó ya en Tótem y tabú (1923): exagerar el poder de algunos subordinados para demostrar que son los únicos responsables de acciones ligadas al jefe.
Hace rato que Emilio Ichikawa descifró la clave filosófica de la represión castrista: el «quilo a la dobladilla». Castro no tiene que reprimir directamente, sino ejercer su poder descomunal sobre unos pocos, que a su vez lo hacen sobre otros y así hasta completar la red de dominación. No tiene que cancelarte una exposición ni malearte un viaje, porque ha montado su régimen de tal manera que, en su nombre, otros toman la iniciativa.
Amuchástegui se empina con su guataquería a los Castro sobre la técnica burocrática que los soviéticos llamaban obezlichka: quienes toman decisiones descargan la culpa sobre otros si algo sale mal. No podía esperarse otra cosa después que Amuchástegui clonara a Oleg Darushenkov. Así como éste vino a la Isla para enseñarnos historia de Cuba, aquel fue a Angola para asesorar a su ministro de Educación en historia de África.
A pesar de todo, el panfleto merece leerse por una sola frasecita, que señala a Castro como «el hereje por excelencia dentro del proceso cubano». A primera vista es así, porque la revolución cubana ha sido hasta hoy la revolución de Castro y Castro hace con ella lo que le viene en gana, pero me parece que Amuchástegui pretende resolver a favor de Castro el dilema expuesto por Albert Camus: «Todo revolucionario acaba siendo un opresor o un hereje». Quizás recapacite y vuelva en sí con el cha cha cha enigmático que, según Herbert Matthews, entonó el Máximo Líder en una de sus muchas reuniones a principios de su revolución triunfante: «!Nadie va a ponerme una camisa de fuerza!» (Fidel Castro, Nueva York, Simon & Shuster, 1969, página 324).
El Enano de Washington

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¿El articulo del tal Amunchastegui, estaba firmado por el o por Eduardo Delgado?

Anónimo dijo...

Por cierto, para los que no lo saben, Eduardo Delgado es el jefe de la inteliencia cubana.

Anónimo dijo...

Amunchastegui es un defensor de la mentira y, por tanto, corresponsable directo de la tragedia cubana. Solo en las democracia se toleran hasta los tipos como el.

Anónimo dijo...

El es un policia intelectual del Gulag caribeño.

Garrincha dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.